domingo, 4 de enero de 2015

Adiós.

Hazte presente, sólo un poco.
Lo suficiente como para oír tu voz. 
Tomar tu mano. 
Decirte lo que no tuve oportunidad de decir, y más.
Hazte presente sólo para volver a ser feliz.
Lo suficiente como para créeme el cuento una vez más.
No te pido la realidad, más bien sé, no me la darás.
Un sueño quizá. Es más realista. 
Tan solo cerrar los ojos y pensarte. 
Pensarte consciente e inconscientemente 
Ver tu cara. 
Tus manos.
Sentir tu piel y tu barba sin afeitar.
Tu perfume. Tu esencia. 
Y tus ojos. 
¿Cómo no hablar de tus ojos?, tan sinceros. Tan nobles. 
Y que me mires. Con esa mirada tan propia tuya. 
Como diciéndolo todo, pero sin decirlo concretamente. 
No sabes hablar. Jamás supiste. 
Eres como yo, pero la versión buena, ¿sabes?, la versión que admiro.
Lo que aspiré a ser un día, pero se quedó en éso. Un sueño.
Un anhelo de ser algo que no soy. 
La sombra de alguien que ya no está. 

He pensado, en cómo estarían las cosas si siguieses aquí.
Qué habría sido de mí.
Quizás estaría siendo la misma mierda, pero contigo a mi lado. 
Eso amaba de ti, siempre me dejaste ser quién soy, y no te dejaste engañar. 
Sabías lo que sería de mí y no me detuviste. 
Me querías por lo que soy, y no por lo querías que fuese. 

No me duele tu partida, sé que así debía ser. 
No diré que te he llorado últimamente, porque estaría mintiendo. 
No diré que te extraño, porque quizás ya no sé lo que es extrañarte. 
Pero sí diré, que te quiero. 
Te quiero hoy, mañana y siempre. 
Te quiero aquí y allá. 
Tan lejos y tan cerca.
Te quiero porque fuiste, y porque me enseñaste a ser. 

Adiós. Quédate con Venecia, que yo me quedo con la promesa hasta que vuelvas.




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