jueves, 25 de diciembre de 2014

Odio.

Odio. Odio la definía completamente.
Odio a sí  misma. 
Odio a los demás. 
Odiaba lo que debía amar.
Y se mostraba indiferente con lo que debía odiar.
Odia en qué se convirtió. Sin embargo, sabe que no puede ser de otra forma.
Odia sus miedos e inseguridades. 
Odia su rabia y amargura. 
Odia al amor, porque el amor la odia. 
Odia odiarse, pero odia aún más aceptarse, porque sabe, no lo merece.
Odia estar sola, pero odia más la compañía.

Porque odiaba cada parte de ella. 
Cada comisura. 
Cada cabello. 
Cada peca.
Cada marca. 
Odiaba hasta lo que era insólito. 
Y eso la hacía odiarse el doble. 
Odiaba su mentalidad fría. 
Y odiaba su mentalidad débil. 
Odiaba sentirse vulnerable. Y cómo no, odiaba aún más sentirse invencible. 
Porque sabía, no lo era. 
Había sido vencida, no una. Sino muchas veces. 

Se odiaba ella, y al mundo que la rodeaba. 
Se odiaba por no poder amarse ni un poquito. 
Se odiaba por ser así. 
Tan torpe.
Tan insólita..
Tan infeliz.
Tan odiosa.


viernes, 28 de noviembre de 2014

Again.

¿Te atreves a quitarme el saludo?
¿Te atreviste a darme vuelta la cara, después de haberme querido tanto?
Y con querer me refiero a tu forma de hacerlo, eh. Qué no sé si es precisamente cariño, pero bueno.
¿Te atreves a mirarme con desprecio, o peor, con indiferencia, después de que fui yo, la única perra estúpida que estuvo contigo a pesar de todo?
¿Te atreviste a verme con asco y pena, como quién ve a un perro muriendo de tiña en la calle, después de que tú me dejaste así?, enferma.
Porque me enfermaste. Más de lo que ya estaba.
Juro.Juro por lo que más quise, que fuiste tú. Que te vas a arrepentir de todo.
Una por una.
Me las vas a pagar, y vas a llorar.
Por odio y por amor.
Me vas a desear como quien necesita las drogas.
Y te consumiré tal como se consume un cigarro.
Te consumirás de amor por mí.
Y vas a llorar.
Y vas a odiar.
Y te vas a matar, maldita perra.
Muérete.
Qué va, mejor te mato yo.
Qué lo haría con gusto.
Y qué estúpida me sentí cuando se me llenaron los ojos de lagrimas, como cuando esperas por mucho tiempo algo, y no llega, y no pasa. Así mismo. Un puto saludo. ¿Y qué haces?, me desprecias.
UN PUTO HOLA.
¿Es mucho pedir, de quién te entregó su alma?

Tranquila.
No necesito ni un te quiero, ni un te odio tuyo. Quédatelo. Déjalo para el final.
Y qué final verás.
Vas a volver, vas a venir.
Corre.
Ven.
Te estoy esperando.
Aquí. Ahora.
No hay un mañana, dependes de mí y lo sabes.
Dependes de mi amor, tanto como yo dependo de tu desprecio.
Y conste, que ya no te quiero, más bien quiero a lo que solíamos ser.
¿Qué te amé?, sí. Y cuánto lo hice. 
¿Qué lo sigo haciendo?, créeme que no.


                         Me siento increíblemente motivada. Te voy a hacer mierda. Again.




lunes, 24 de noviembre de 2014

The demons have taken over

He estado pensando en dejar la puerta abierta.
En pedirles que vuelvan.
Y en suplicarles a gritos.
Qué esta vez seré yo quien les grite por un poco de atención.
Qué esta vez seré yo quien no los deje dormir de noche, pidiendo por favor un diálogo.
Qué los necesito, y qué triste.
Y quizá sea una estupidez desear lo que me destruye.
Pero me di cuenta, no sé vivir sola.
Me siento perdida e incompleta.
Nunca había odiado tanto el silencio.
Y qué irónico porque antes deseaba un segundo, sólo un segundo a solas.

Quizá lo hacen a propósito. 
Igual ni lo intenten. 
Porque aunque permanezcan en silencio, su respiración los delata.
Están ahí. Como esperando a ser atrapados.
Sólo les pido, no griten. Tshh.
No lloren.
Mi psiquiatra dice que están dormidos. Puede ser eso, vaya uno a saber.
Mi madre dice que han muerto, que ya no volverán.
Y yo.
Yo pienso que siguen aquí, de hecho, lo sé.
 Lo sé porque en este momento, en este preciso instante. Acabo de escuchar el primer murmullo.
Ahora risitas pequeñas.
Sabía que estaban aquí. 
Se hacen presentes.
Hace días, recuerdo en un sueño, me dijeron que por favor los despertara. 
Que querían volver.
Que los necesitaba.
Y vaya, qué razón tenían.
No sé si dejar los medicamentos, quizá no sea lo correcto.
Y lo cierto es que he estado bien así.
Bien integrada.
Bien sociable.
Bien amable.
Y bien estúpida.
Siendo una persona que no fui ni soy.
Y es que hasta empezaba a creérmelo.

Los necesito.
Necesito a mis demonios.
Prometo entregarme por completo esta vez.
Y no chillar.
Y no volver a dormirlos a la fuerza.

                           Es triste, porque a pesar de todo...
                                                     Los quiero.
                                                     Los necesito.
                                                     Los extraño.


viernes, 21 de noviembre de 2014

Diminuta ante los monstruos.

Cuando creo estar bien, o mejor dicho, menos mal
Pasa algo que gatilla mis miedos, y hace despertar a los monstruos.
Y les digo monstruos porque no merecen ser llamados de otra forma.
Están ahí, esperando a oscuras.
Llegan cuando me siento débil e insegura.
No diré que son buenos.
O que me han aconsejado.
O que son amigos.
Porrque están muy lejos de serlo.
Son verdaderos cuchillos metidos aquí.
Lo peor es que no hay escapatoria. ¿Dónde me escondo?, ¿En quién me refugio?, ¿Quién puede protegerme de mí misma?

Primer grito. Me encojo y tapo mis oídos sabiendo que llegan.
Susurros.
Están hablando de ti, pero, ¿Qué?
No logras entender.
Llanto.
¿Es ése mi llanto acaso?, no lo reconozco.
Luego se escucha claramente una voz. No puedes reconocerla, sabes que la has escuchado. Sabes que te recuerda algo malo, pero, sin embargo, no sabes quién es.
Se entiende perfecto lo que dice. Y duele.
Entonces en ese momento, en ese preciso instante. No cabe duda, han llegado.
Y para quedarse.
Bastó un pensamiento, el mismo de siempre.
El que te atormenta día y noche, pero intentas pasar por alto.
No es el peso.
No es un trauma.
No es lo que estás pensando.
Es lo que realmente me intimida, y penetra hasta lo más profundo de mi ser.

Te pones de pie y comienzas a girar en círculos.
Se te nubla la vista y cae la primera lágrima. Como de costumbre, al salir la primera, la acompañan mil más.
Acto seguido, comienzas a suplicar que se callen.
Y es algo estúpido, porque con esfuerzo y trabajo, has logrado comprender que eres tú misma.
Que es algo que proyecta tu mente.
Que no es real.
Pero entonces me pregunto, ¿Y qué es real?, todo lo que creí real, nunca lo fue.
Y ésto es real, y me consta.
Es real del momento en el que se convierte en mi realidad.

A veces pienso que todo es parte de una conspiración, qué se yo, ideas locas, supongo.
He estado pasando por periodos de angustia, y es que mi vida en sí es eso, una angustia total.
Vivo pensando en que todo lo que creo ver, no existe.
Y lo que creo escuchar, si lo es.
Me atormenta la idea de estar poseída. Lo he estado pensando últimamente.
Me siento un poco extraña, como si algo me faltara.
Estoy escribiendo lo primero que se me viene a la cabeza ahora mismo.
Dios,  y como me duele la cabeza.
Debo ir a dormir.
Es demasiado tarde.
Pero, ¿cómo pensar en "oh feliz Magda, feliz Magda" sin antes ir a dormir?
Me siento sola y confundida, asustada por sobre todo.
Mi intención es hacer daño a la sociedad, tanto daño como pueda.
Antes de "Feliz Magda" viene "Feliz" y luego "Magda"
Los gatos están siendo buenos. Mi gato ha mirado con cara de tristeza, como pidiendo más, pero ha estado feliz por obtener menos.
Me siento observada, o más bien escuchada por ultrasonidos satelitales .
Debo irme.
Adiós Magda, oh happy Magda.



sábado, 15 de noviembre de 2014

Estoy aquí. Delante de ti, pidiendo que me quieras.

Estoy consciente de tu inconsciencia. 
Soy consciente de tus desprecios. 
Y tú eres inconsciente al creer que no me duelen.
Estoy al tanto de tus gustos y disgustos.
Te conozco de aquí al infinito. Y tú no sabes, probablemente, ni cuánto calzo. 
Sé tus frases predeterminadas. 
Sé qué dirías en ciertas situaciones. 
Sé cómo vestirás probablemente el martes.
Sé cuántos lunares recorren tu cuerpo.
Y también sé, que no sabes amar.
Y creo que eso, precisamente toda tú. Fue lo que me hizo enamorarme perdidamente de ti.
Creo que mientras más te conocía, más te quería.
Y en ti pasó lo contrario. 
"Me enamoré a primera vista", dijiste.
Y qué mentira más grande.
Enamorarse es conocer a tu pareja. 
Enamorarse es saber que si le pasa algo, efectivamente, te duele más a ti, que a él.
Y tú disfrutabas de mi dolor.
Hasta lo admitiste...
Dijiste, y lo cito: "Mi amor por ti es como Dios. Sé que no existe, y sin embargo, le temo. Sé que no te amo. Porque no sé querer. Y perdón por ésto. 
Si no es amor, claramente es odio. O algo parecido entre éstos dos. Ya ni sé.
Me gusta verte sufrir, en cierta forma, me gusta verte rota. Porque así te conocí.
Así como me gusta verte sufrir, sólo me gusta cuando la que te hace sufrir soy yo. Porque he de matar al que quiera lastimarte".

Cariño, si hubieses visto mi reacción al leer tu carta...
Me destruiste.
Y lo más triste, es que no me reparaste.
Me dejaste así, rota.
Rota para dañar al resto.

Como cuando me hacías el amor, y después me mirabas con esos ojos, como diciendo, vete. Puedes largarte. 
Me besabas y luego tu frío me recorría todo el cuerpo.
Me decías te amo, y luego te ibas. Sin esperar siquiera, un yo también.
Y quizá eso debí hacer yo.
Marcharme. Marcharme a tiempo.

Estoy aquí, otra vez.
Soy la misma, pero esta vez más pequeña.
Estoy aquí. Delante de ti. Pidiendo que me quieras.
Quiéreme como sólo tú sabes hacerlo.
Rómpeme una vez más. Te doy permiso, aunque nunca lo necesitaste.
Quémame con tu personalidad de hielo.
Y juega conmigo hasta que te canses.

                     Qué si no me rompes tú ahora. Me romperé yo
                                           Y sabes que lo hago mejor.









miércoles, 12 de noviembre de 2014

Te quiero arriba. Abajo. Ante. Detrás. Contra. Sobre. Sin. Conmigo.

Porque te quiero aquí.
Ahora.
Te necesito.
No arriba.
Ni abajo.
Ni detrás.
Ni en contra.
Ni sobre.
Ni sin mí.
Te necesito conmigo.
Ahora.
Mañana.
Pasado.
Y siempre.
Pero es mucho pedir si hablamos de ti, ¿No?
En ese caso...
Me conformaría con una caricia. Un beso. Una mirada. Un te quiero.
Y mira qué patético.
Que tengo que exigirte una vida conmigo, para que te dignes a darme un abrazo.
Porque si no lo hago, ni puto caso me haces.

Extraño revolcarme contigo.
Extraño tu sudor.
Tus orgasmos. 
Tus tetas.
Tu boca.
Tu pelo enredado.
Te extraño a ti, maldita sea.
Maldita seas.

Discúlpame por no saber tratarte.
Por alejarme.
Por alejarte.
Por alejarnos.
Por no saber quererte a tiempo.
Por no disfrutarte sabiendo que eras tan efímera. 
Discúlpate por no querernos.
Discúlpanos.
Qué aún estamos a tiempo de ser felices.
Mírate. Mírame.
El mismo brillo.
La misma sonrisa.
Y me atrevo a apostar, los mismos orgasmos.

Ven. Te lo exijo.
Atrévete a quererme, como yo lo hago ahora.
Qué si no fue antes, puede ser en este instante.
Qué si no es ahora, puede ser en un futuro.
Pero no me vengas con un nunca, que no te lo acepto.
                                                
                                         Ven.  Quiéreme.
                                          Quiérete.
                                          Quiérenos.

                                                           Extrañame.
                                                           Extrañate.
                                                           Extrañanos.


Por favor.

  



Sin ti, ¿Qué nos queda?

¿Cuándo podré realmente eliminarte?, Sacar de mis recuerdos tu sonrisa...
Borrar para siempre tus falsas palabras, y tu forma irónica de actuar.

Eliminarte tal como tú lo hiciste..., Tú sí me eliminaste. Y vaya que lo hiciste bien.
Te eliminaré tal cual me borraste, de la noche a la mañana.
Voy a despertar sin haber probado nunca tus labios.


Pero..., Cariño, ¿A quién engaño?, sin ti, yo, no existo.


martes, 11 de noviembre de 2014

No sé quererme sin quererte primero, y qué triste.

¿Qué se supone que se hace cuando no se aprende a vivir sin el otro?
¿Qué se supone que haga sin mí?, porque está demás decir, que yo soy tú, pero en versión fallida.
Está demás decir que todo lo que tengo para ofrecer es a ti.
Y está demás decir, cariño, que no sé quererme sin quererte antes.
Porque me hiciste adicta a ti y a lo que provocas en mí.
Porque sabías que estaba mal. Sabías quién de las dos perdía.
Y me dejaste caer.
Y me dejaste de querer.
Y me obligaste a perder.
Y es que mientras yo te quería, tú te dejabas querer. Y así no funciona, ¿Sabes?

Estoy a una llamada telefónica de la humillación, y a un mensaje de tu desprecio.
Sé que, es muy poco probable, leas ésto algún día.
Sé que volveré a escribirte. Y también sé que, quizá, le estés diciendo te amo a alguien más.
De igual forma, en caso de que leyeses ésto, por esas casualidades bonitas de la vida. Te digo, como último recurso, y en máxima expresión de amor y humillación.

Te amo. Te amo porque contigo me dan ganas de ser esta misma mierda, pero mejor.
Te amo, porque eres tan mierda como yo.
Y te garantizo, que si volvemos a estar juntas, habrá épocas difíciles.
Y te garantizo, que en algún momento, una de las dos, o quizás las dos, vamos a querer dejarlo todo otra vez.
Y te garantizo, por sobre todo, que si no te pido que seas mía una vez más, me arrepentiré lo que me queda de vida. Porque sé, en lo más profundo de mi ser, que estás hecha para mí.





lunes, 10 de noviembre de 2014

Eres mi puta y lo sabes.

Te quiero como jamás he querido a nadie, y te he esperado, como sé, jamás lo haré con alguien.
Quisiera decir que vivo feliz entre tus cenizas. Entre lo que fuimos y lo que no seremos.
Entre el pasado tormentoso, y el presente inexistente.
Te amo, sí. Y te odio, también.
Y es que te amo con ese odio con el que se ama de verdad.
Ese odio que sólo conoce el verdadero amor.
Ese odio que te escuece la herida y no deja que sane.

Apesar de ti, de mí, y del mundo que se resquebraja cuando estamos juntas, yo te amo.
Lo que no sé es qué hago amándote. Si tu ya estás con otra.
No sé qué hago pensando en un nosotras, si ya me has olvidado.
Pero aún pienso en un tal vez. En un quizás.
Pienso en ti, y en mí, a punto de dormir contando historias.
Contando estrellas.
Contando orgasmos.
¿El porqué lo hago?, ni idea.
Tal vez porque siempre he sentido una debilidad increíble por las causas perdidas.
O ta vez porque me desprecio a mí misma.
Y es que, cuando ya estas tan acostumbrada a odiarte, al primer síntoma de amor, el corazón se vuelve dependiente.
Pero ya da igual. No quiero vivir por y para ti. No. Lo detesto, y lo sabes.

Sé que volveré a querer a otra persona. Sé que volveré a creer que otra persona es mi una en un millón. Y que las caricias son infinitas. Y que es el amor de mi vida y cursilerías baratas.
Y también sé y comprendo una cosa. Y es que te quiero, zorra. Pese a ti, y a mí, y a ese mundo que se desmorona cuando me tocas. Te quiero.
Te amo porque somos iguales. Dos malas personas odiando el mundo en la misma sintonía.
Somos egoístas y astutas. Somos dos putas. Yo la tuya, y tú la mía.
Qué eres mi puta, maldita sea.
Te quiero porque sabemos enfrentarnos a las cosas y llamarlas por su manera.
Te quiero porque me haces quererme.
Te quiero por ser tú.
Tan linda.
Tan zorra.
Tan puta.
Mí puta.