Siempre me gustó cambiar.
Cambiar de ropa,
de estilo, de amigos,
y por sobre todo, de personalidad.
Me gusta fingir.
Finjo personalidades obsoletas, con la intención de ponerlas de moda.
Y también a veces resulta tentador fingir la personalidad que se está llevando de moda.
¿Cuál me sienta mejor?, ¿Cuál es más codiciada?
Lo hago a menudo. No puedo evitarlo, es parte de mí.
Aunque no es tan extraño.
A veces me calma pensar que todas las personas hacen lo mismo, simplemente no se dan cuenta, o se afianzan demasiado a un solo personaje porque son demasiado estúpidas para hacer el cambio.
Y es que cambiar requiere disciplina. Perseverancia. Y a mí me sobran ambas.
Justamente eso hice. Me volví perezosa.
Me afiancé a la peor personalidad que he escogido, la que está de moda hoy en día.
Ya saben de cuál hablo. La drogadicta, que no piensa en los problemas y vive el día a día porque: "La vida es una sola". Me siento estúpida de sólo admitirlo.
Aunque, por un momento fui feliz, no lo niego.
Disfruté algunas partes.
Comía sin pensar demasiado en sus calorías.
Me drogaba y alcoholizaba hasta no saber de nadie ni nada.
Vi películas tontas, y leí libros aún más tontos.
No pensaba más allá del primer paso de nada, esa era la clave. Vivía el momento. Hacer algo y joderte, porque eres demasiado perezosa como para cambiarlo.
Conformarte. Volverte mediocre.
Me bebía una cerveza y no pensaba en cómo reciclar la lata, o sobre lo mucho que me engordaría.
Me dediqué a ser una estúpida. Una más de tantas.
Desperdicié una parte de mi vida. Así, sin más.
Mientras más tonta y superficial me volvía, más feliz me sentía.
Pero es una felicidad falsa. Porque, en el fondo, sé que no es así. Que estoy fingiendo. Y me odié por no tener la fuerza para cambiar.
Y probablemente fui más feliz así, que en cualquier otra etapa de mi vida.
Fui más feliz fingiendo ser otra persona, y me apena admitirlo.
Pero ahora lo entiendo. Tengo que parar, porque no es real. ¡No soy yo, maldita sea!
Me esforcé mucho por ser despreocupada. Pero resultó ser insostenible.
De modo que tengo que cambiar.
Porque, fingiendo ser otra persona, me di cuenta de que tengo una personalidad real. La cual es mucho mejor, más interesante, complicada, desafiante, e inteligente que la personalidad falsa que estoy llevando ahora.
Así que sí, hasta aquí llega todo.
Se viene un cambio. Uno de los buenos.
Se verá lo que nunca antes ha sido visto. YO.
Un yo REAL.
Un yo que me encanta. Que es brillante y preocupada. Disciplinada, y estática.
Quiero ver la cara de todos cuando me quite la máscara...
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