sábado, 10 de octubre de 2015

Vuelves.

Hay sueños de los que deseas no despertar nunca.
Tú eras uno de ellos.
Mi mayor sueño.
El más real y complicado. 
Tan efímera y sin tiempo. 

Y hoy, me alegra decir, que soñé contigo. 
Tú y yo. Y cómo me gusta decir esas tres palabras con tanta historia detrás. 
Tú y yo felices, como siempre, pero en los sueños parecemos estarlo aún más. 

Casi no recordaba lo que se sentía pasar la mano por tu cabello y soltar una carcajada. 
Besar tu nariz y tocar con la yema de mis dedos cada parte de tu rostro. 
Tocar tus pestañas, y hacerle el amor una y otra vez a tus bellas manos. 
Tu mano y la mía unidas. La mejor unión jamás vista. 

Pero como siempre, el despertar llega. Y con él viene la realidad. 
Realidad en la que no estás. 
Realidad que me hace temblar y llorar. 

Una mañana rara, sí. Eso ha sido. 
Pero maravillosa, a fin de cuentas. 
Porque, cariño, despertar y ver un mensaje tuyo es la felicidad más pura que he sentido. 
Y con ese mensaje, han vuelto las mariposas que creía muertas. 
Y con las mariposas llega el amor. 
Amor que creía tener enterrado. 

No hay nada que se compare a ver un te amo tuyo.
Y aunque sé de sobra, que esto no cambia nada. 
Algo dentro de mí sabe, que sigo siendo tuya. 
Y lo seguiré siendo las veces que quieras. 
Porque, a pesar de todo, por ti, estaría dispuesta a romperme las veces que sean necesarias.


         Mi amor por ti no tiene tiempos ni condicionales. 


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