Siempre
creí que no había nada más doloroso que la traición de un ser querido, pero
como siempre; me equivoqué.
Y es
que, lo que más duele no es ser traicionado, sino traicionar. Hacer lo que
odias que te hagan, y superarlo con creces.
Duele
intentar volver con complejos de Dioses, y ser rechazados.
Duele
volver a intentar reconstruir los pedazos que tú mismo te encargaste de romper, y darte cuenta de que esa persona ya lo
tiene todo arreglado, y con ayuda de alguien que no eres tú.
Y duele darse un golpe fuerte con la realidad. Y entender; que tú no eres tan irreemplazable como te pensabas. Y que en realidad tus besos no son tan únicos como te decían.
Duele
llorar por alguien.
Pero
duele más llorar sin alguien.
Me duele
recordar tu perfume.
Pero duele más sentirlo cerca, y no poder pasar mi boca por tu cuello.
Duelen,
tantas cosas.
Pero
nada me duele como tú.
Tú, mi carta
de la suerte.
Aún me dueles
Si te respiro
cerca.
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