domingo, 31 de mayo de 2015

Eras arte.

Frases hirientes disfrazadas de arte. 
Pensamientos perversos engañando a la mente. 
Una mente débil que se entregó desnuda a ti. 
Una mente que corrompiste como tantas otras. 
Pero tu mente favorita. 

Mente que resultó ser más perversa y más manipuladora de lo que jamás llegaste a pensar. 
Mente que miente y quiere violentamente. 
Mente que es más tuya que mía. 
Mente que te pertenece. 
Porque me transformaste en arte. 

Y no te culpo por tomar los pequeños trozos desamparados de esta débil mente y repararla. A tu forma, claro. Siempre tan dañina. 
Tampoco te culpo por burlarte de mis emociones, ni de mis decisiones. 
Tampoco de mis opiniones. Que, a pesar de que me las preguntabas, jamás las escuchaste realmente. 

Siempre me hacías hacer lo que te apetecía. Y cuando me harté. 
Cuando quise huir... Ya era demasiado tarde... 
Te enredaste en mí y comenzaste a trabajar más duro que nunca. 
Tenías miedo a perderme. Porque juntos somos la mejor obra de arte jamás hecha. 

Y cuando me convertí en tu kamikaze, te reíste de mí. 
Y me hiciste sentir tan ingenua. Indefensa y desamparada. 
Porque, aunque no lo creas, yo deseaba ser tu kamikaze. De no ser así, no me imagino por qué aún me duele saber que no puedo volver a ti. Que estoy atada a la otra esquina. 
Me duele saber que no regresaré a ti. 

Eras arte. Y hablo en tiempo pasado, porque en pasado te convertiste. 
Y aunque intentaste volver, después de tanto, ya no es lo mismo. 
Porque me hiciste temerte. 



                         Me hiciste, y luego no supiste deshacerme.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario