Cuando pienso en ti, se queda corta la palabra amor.
Cuando pienso en ti, te deseo. Te amo.
Cuando pienso en ti, veo luz.
Porque eres luz. Mi luz.
Eres todo por sí sola, y eres todo para mí.
Te amo por como eres.
Te amo por el solo hecho de existir.
Te amo con tus quejas y tus paranoias.
Te amo con tu humor negro, y tu estado de ánimo siempre tan neutro.
Te amo por amarme, así, con tantos fallos.
Sietes meses de amor.
Siete meses y más, de amarte.
Siete meses en donde mi amor por ti crece cada día.
Sietes meses de películas, series, risas, discusiones, celos, dibujos, imágenes, textos, cariño, y siete meses de ser la persona más feliz a tu lado.
Te amo, cariño mío.
Te amo tanto que siete meses se me hace una cifra infinitamente corta, porque me quiero pasar la vida a tu lado.
Te amo tanto, que no me importaría pasar la vida recostada a tu lado, matando el tiempo.
Te amo tanto, que me proyecto contigo siempre.
¿Te cuento una infidencia?, a veces me cuesta trabajo pensar en que te tengo para mí.
Me cuesta trabajo creer en la suerte que tengo al estar con la persona más bella del planeta.
Me cuesta trabajo despertar en las mañanas, y saber que hay un mensaje tuyo, porque simplemente no me creo lo feliz que me hace saber que estas ahí, para mí. Conmigo.
Y me cuesta trabajo estar a tu altura, porque siempre lo he pensado, y siempre lo haré; eres mil veces mejor que yo, por el simple hecho de aguantarme.
Gracias por los siete meses más bellos.
Y gracias por lo que se nos viene.
Gracias por amarme, aunque siempre me ha parecido patético dar las gracias por esto último, pero no sé de otra cosa que no sea agradecer el cariño inmenso que depositas en mí cada día.
Te amo, mi amor. Te amo en cada letra, en cada palabra. Te amo con todo mi corazón. Te amo, y te amaré siempre. Felices siete meses, y feliz la vida que nos queda por delante.
Porque, juntas o no, en un futuro, te seguiré amando.
Pd: Me hace sentir afortunada saber que leerás esto, porque tú, a diferencia de otras y otros, me amas así, completa, con blog, con textos, con ideas y proyecciones. Me amas a mí y amas a mi pasado. Eres única, mi vida.
Yo por ti, mataría.
Yo por ti, doy mi vida, y más.
miércoles, 22 de julio de 2015
jueves, 2 de julio de 2015
Martes de infierno.
Me puse a pensar, y en esa manía loca que tengo por recordar lo que me hace daño, te recordé a ti.
Y lamento informarte, que cuando te recuerdo, nos recuerdo a ambas. Y eso incluye, por supuesto, las peleas.
Cómo olvidar los martes por la tarde.
Tú enfadada porque las cosas no habían salido igual de bien que un sábado, ni tan mal como un lunes. Odiabas el punto medio, y yo también, debo admitir.
Un café para ambas, que al principio disfrutábamos. Luego, la rutina fue matando poco a poco. Y ya no te gustaba tan cargado como a mí.
"Hazme uno para mí sola. No tan cargado y con 3 de azúcar",- decías.
Y ahí iba yo; de mala gana, claro.
Entonces te lo servía. Lo probabas y ponías tu clásica cara de asco.
"Te quedó mal".- decías sin ninguna culpa.
"Pues prepárate uno tú".- decía yo, con cara de hastío.
Entonces girabas la cara y te ponías a leer.
Y yo, como perro que vuelve a su dueño, volvía a ti, y me ponía tu lado... sólo me bastaba con estar a tu lado.
Podían pasar horas sin dirigirnos la palabra. Y luego mi ansiedad por romper el silencio me vencía.
"¿Y qué tal el día?".- le decía tapando las letras de su libro.
"Pues como día martes".- y me quitabas la mano.
Y ahí iba yo, con el orgullo herido de a quien vienen ignorando hace mucho.
"Llevas media hora en la misma página. No intentes ignorarme. Jamás supiste hacerlo bien".
Y ahí se armaba la clásica pelea de quienes ya no se soportan, mas el cariño las mantiene unidas.
Y decías con la boca entrecerrada: "Siempre quieres controlarlo todo..."
Entonces, claro, me molestaba. Y venía lo típico.
"Pues si no te gusta lárgate".- Le soltaba yo. -Pero en realidad jamás lo quise-. Era la clásica frase de día martes, que necesitaba decir, pero no quería realmente que pasase.
"Lo haría si pudiera, y lo haré. No lo dudes".- dijiste.
Y lo hiciste... claro que lo hiciste. Y no ése martes. Pero terminaste por irte...
Entonces te apartabas de mi lado. Yo me daba una ducha. Y me acostaba.
Ahí llegabas tú. Con prepotencia, claro. Como creyéndote dueña.
Y apagabas la puta luz.
Odiaba que apagaras la luz sin preguntarme. Odiaba cada diminuta cosa que hacías.
Hasta que entonces,y para sorpresa de ambas... rompiendo la rutina de día martes...
Me levanté enfurecida, -Y ni siquiera sé el porqué de mi molestia, pero sentía que te odiaba tanto. Dios, que si no te hubiese amado como te amaba, juro por lo que más he querido en la vida, que eres tú, que te habría matado. Sí. Hubiese enterrado un cuchillo directo a tu pecho. Y no una vez. Cientos de veces. Quizás así no te hubieses ido....-, prendí la puta luz, y dije lo que no debí decir jamás.
"¡¿Ya no me amas, es eso, no?!"
Te levantaste y dijiste un cortante: "Da igual".
-Y vaya que no lo demostré, pero mi corazón se rompió, y no en dos, ni en tres, ni en cuatro partes. Sino en millones.-
"Entonces toma tus putas cosas y te vas. No te soporto más. Te odio. Odio cada cosa de ti. Eres una perra. No sé qué hago contigo. ¡Mírate!, ni siquiera eres bonita- mentí- Ni exitosa. No tienes nada. Jamás estarás a mi altura."
No derramaste ni una sola lágrima. -Y creo que eso fue lo que más me dolió, porque sé, que en otros tiempos, habrías rompido en llanto, mas no fue así. ¿Tan cansada estabas de mí?- y dijiste:
"Sí. Tienes razón. Jamás estaré a tu altura. Y sí. No soy bonita. Tampoco exitosa. No soy nada." -Hiciste una pausa- y luego agregaste: "No soy nada a tu lado"...
-Hiciste otra pausa, como la de alguien que traga su propio nudo en la garganta para evitar llorar- y agregaste: "Quizás me odies. A estas alturas ya ni sé. Pero yo sí sé qué siento por ti, y lo que sé, es que me tienes harta. Tanto así que he intentado ignorarte por mucho tiempo, a ver si así tu estúpida cabeza hueca se da cuenta de que ya no te aguanto. De que me está comiendo la impaciencia de conocer a alguien más y largarme. De que me agotas. Y que, para lo único que me vienes sirviendo el último tiempo, es para quitarme las ganas. Y ya ni eso haces bien". -Me lancé a empujarla, y me quitó las manos de encima- para agregar: "Jamás te creí cuando me dijiste que eras una mierda. Ni una sola vez. Jamás. Siempre estuve a tu lado. Te aguanté y te quise como nadie. Pero perdiste la magia. No entendía cómo es que alguien tan bonita, y tan inteligente como tú, podía estar sola, y más aún, fijarse en mí. Pero ahora todo calza. ERES UNA BASURA. ERES LO QUE NADIE QUERRÍA TENER AL LADO. ERES UN PARÁSITO QUE INTENTA MANIPULAR TODO A SU ANTOJO. BAJAS EL AUTOESTIMA DE LAS PERSONAS PARA QUE DEPENDAN DE TI, PERO SÓLO LO HACES POR QUE ERES TÚ LA DEPENDIENTE. Y sí, me voy a ir. Pero no hoy. Estoy demasiado dolida y demasiado agotada. Quizás la próxima semana. Quizás en un mes. Pero entiende, psicótica enferma, ya no quiero más guerra, déjame dormir de una puta vez".
Sinceramente, no sé qué cara habré puesto. Pero algo en mí hizo click. Y sólo pude tenderme en la cama y acurrucarme. Me sentía humillada. Vencida. Patética y sola, muy sola.
-Se apagó la luz-
-Silencio-
-Me abraza, me da un beso en la mejilla y musita un cálido y frágil: "Te amo y siempre será así, pero nos hacemos daño".
-Le tomo la mano, entrelazamos los dedos, y dormimos.-
Y lamento informarte, que cuando te recuerdo, nos recuerdo a ambas. Y eso incluye, por supuesto, las peleas.
Cómo olvidar los martes por la tarde.
Tú enfadada porque las cosas no habían salido igual de bien que un sábado, ni tan mal como un lunes. Odiabas el punto medio, y yo también, debo admitir.
Un café para ambas, que al principio disfrutábamos. Luego, la rutina fue matando poco a poco. Y ya no te gustaba tan cargado como a mí.
"Hazme uno para mí sola. No tan cargado y con 3 de azúcar",- decías.
Y ahí iba yo; de mala gana, claro.
Entonces te lo servía. Lo probabas y ponías tu clásica cara de asco.
"Te quedó mal".- decías sin ninguna culpa.
"Pues prepárate uno tú".- decía yo, con cara de hastío.
Entonces girabas la cara y te ponías a leer.
Y yo, como perro que vuelve a su dueño, volvía a ti, y me ponía tu lado... sólo me bastaba con estar a tu lado.
Podían pasar horas sin dirigirnos la palabra. Y luego mi ansiedad por romper el silencio me vencía.
"¿Y qué tal el día?".- le decía tapando las letras de su libro.
"Pues como día martes".- y me quitabas la mano.
Y ahí iba yo, con el orgullo herido de a quien vienen ignorando hace mucho.
"Llevas media hora en la misma página. No intentes ignorarme. Jamás supiste hacerlo bien".
Y ahí se armaba la clásica pelea de quienes ya no se soportan, mas el cariño las mantiene unidas.
Y decías con la boca entrecerrada: "Siempre quieres controlarlo todo..."
Entonces, claro, me molestaba. Y venía lo típico.
"Pues si no te gusta lárgate".- Le soltaba yo. -Pero en realidad jamás lo quise-. Era la clásica frase de día martes, que necesitaba decir, pero no quería realmente que pasase.
"Lo haría si pudiera, y lo haré. No lo dudes".- dijiste.
Y lo hiciste... claro que lo hiciste. Y no ése martes. Pero terminaste por irte...
Entonces te apartabas de mi lado. Yo me daba una ducha. Y me acostaba.
Ahí llegabas tú. Con prepotencia, claro. Como creyéndote dueña.
Y apagabas la puta luz.
Odiaba que apagaras la luz sin preguntarme. Odiaba cada diminuta cosa que hacías.
Hasta que entonces,y para sorpresa de ambas... rompiendo la rutina de día martes...
Me levanté enfurecida, -Y ni siquiera sé el porqué de mi molestia, pero sentía que te odiaba tanto. Dios, que si no te hubiese amado como te amaba, juro por lo que más he querido en la vida, que eres tú, que te habría matado. Sí. Hubiese enterrado un cuchillo directo a tu pecho. Y no una vez. Cientos de veces. Quizás así no te hubieses ido....-, prendí la puta luz, y dije lo que no debí decir jamás.
"¡¿Ya no me amas, es eso, no?!"
Te levantaste y dijiste un cortante: "Da igual".
-Y vaya que no lo demostré, pero mi corazón se rompió, y no en dos, ni en tres, ni en cuatro partes. Sino en millones.-
"Entonces toma tus putas cosas y te vas. No te soporto más. Te odio. Odio cada cosa de ti. Eres una perra. No sé qué hago contigo. ¡Mírate!, ni siquiera eres bonita- mentí- Ni exitosa. No tienes nada. Jamás estarás a mi altura."
No derramaste ni una sola lágrima. -Y creo que eso fue lo que más me dolió, porque sé, que en otros tiempos, habrías rompido en llanto, mas no fue así. ¿Tan cansada estabas de mí?- y dijiste:
"Sí. Tienes razón. Jamás estaré a tu altura. Y sí. No soy bonita. Tampoco exitosa. No soy nada." -Hiciste una pausa- y luego agregaste: "No soy nada a tu lado"...
-Hiciste otra pausa, como la de alguien que traga su propio nudo en la garganta para evitar llorar- y agregaste: "Quizás me odies. A estas alturas ya ni sé. Pero yo sí sé qué siento por ti, y lo que sé, es que me tienes harta. Tanto así que he intentado ignorarte por mucho tiempo, a ver si así tu estúpida cabeza hueca se da cuenta de que ya no te aguanto. De que me está comiendo la impaciencia de conocer a alguien más y largarme. De que me agotas. Y que, para lo único que me vienes sirviendo el último tiempo, es para quitarme las ganas. Y ya ni eso haces bien". -Me lancé a empujarla, y me quitó las manos de encima- para agregar: "Jamás te creí cuando me dijiste que eras una mierda. Ni una sola vez. Jamás. Siempre estuve a tu lado. Te aguanté y te quise como nadie. Pero perdiste la magia. No entendía cómo es que alguien tan bonita, y tan inteligente como tú, podía estar sola, y más aún, fijarse en mí. Pero ahora todo calza. ERES UNA BASURA. ERES LO QUE NADIE QUERRÍA TENER AL LADO. ERES UN PARÁSITO QUE INTENTA MANIPULAR TODO A SU ANTOJO. BAJAS EL AUTOESTIMA DE LAS PERSONAS PARA QUE DEPENDAN DE TI, PERO SÓLO LO HACES POR QUE ERES TÚ LA DEPENDIENTE. Y sí, me voy a ir. Pero no hoy. Estoy demasiado dolida y demasiado agotada. Quizás la próxima semana. Quizás en un mes. Pero entiende, psicótica enferma, ya no quiero más guerra, déjame dormir de una puta vez".
Sinceramente, no sé qué cara habré puesto. Pero algo en mí hizo click. Y sólo pude tenderme en la cama y acurrucarme. Me sentía humillada. Vencida. Patética y sola, muy sola.
-Se apagó la luz-
-Silencio-
-Me abraza, me da un beso en la mejilla y musita un cálido y frágil: "Te amo y siempre será así, pero nos hacemos daño".
-Le tomo la mano, entrelazamos los dedos, y dormimos.-
Suscribirse a:
Entradas (Atom)